martes, 24 de mayo de 2011

La bailaora con sus cuentos

    En los años que estuve en la hermosa Madrid, conocí mucha gente hermosa con historias increíbles, que me tocaron el corazón de una manera inolvidable
   Una de esas personas fue José, un albañil ya mayor, todos los días José venía a desayunar al Café Flamenco que había en los bajos de mi edificio, yo también y me emocionaba al verlo porque para su edad, estaba muy bien…
   Todas las mañanas llegaba Jose, y siempre la misma rutina...

-Ole José.... ¿Qué se te ofrece hoy?... decía Vicente
-Na'... Un café negro, churros y un buchito e Flamenco...
Los que no conocían el caso, miraban con curiosidad, los que sabían, sonreían con ternura... pues el hombre ya estaba viejo para pedir el buchito de flamenco.
   Siempre al oír esto, el ayudante de Vicente le preparaba el café y los churros a José, y Vicente ponía cualquier disco y acto seguido, se subía al pequeño escenario de su negocio y le dedicaba tres minutos y medio a bailarle al José, que terminaba su desayuno con lagrimas en los ojos, recordando su época de bailador y sus grandes amores...

    El tiempo pasó... José, nos dejo para irse a bailar a alguna nube con tonos de Flamenco y Fandanguillo... pero aun, después de mucho, todos los días, como ritual el Vicente ya con visibles marcas de la edad vivida, baila tres minutos y medio en honor a José, su cliente preferido. 
 Ysabel Chópite

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