miércoles, 18 de mayo de 2011

Cadenas se siguen escuchando en Michelena

          Cuenta la leyenda que a mediados de 1925 vivía    un joven buen mozo y enamoradizo pero de baja posición económica, su nombre era José. Se dice que tenía su novia oficial llamada María Eugenia, uan mujer muy bella y elegante, hija de uno de los hombres más adinerados de Michelena, estado Táchira. Otra de las características que definían a José era "la infidelidad", sin tomar en cuenta el que dirán siempre estaba detrás de numerosas mujeres de la localidad.

       El padre de María Eugenia harto de los chismes que corrían por doquier, muy desafiante e impetuoso lo esperó una noche con un garrote y lo persiguió por todo el pueblo de Michelena, los mirones observaban pero nadie era capaz de meterse a impedir la crueldad cometida,  el joven fue golpeado de tal forma hasta que murió.
       Pasados unos días, mandó a que botaran el cadáver sin darle cristiana sepultura. María Eugenia jamás pudo perdonarle a su padre aquella atrocidad.
        Tiempo después el poderoso hombre se dispuso a salir muy temprano a hacer algunas diligencias, pero al regresar se le hizo demasiado tarde, teniendo que pasar frente de la cuesta del cementerio donde había dejado al muchacho sin vida.
       Al acercarse sintió un escalofrío que le llegó hasta los huesos pero de todos modos prosiguió.
        Su respiración se aceleraba con cada paso que daba y nunca imaginó que su vida cambiaría a partir de aquel insntante. La figura de un hombre que se perdía en la oscuridad se apareció frente a él.
        Sus ojos se desorbitaron pero su garganta no emitió sonido alguno.
      El hombre llegó asustado a su casa donde lo recibieron sus hijos y sin nada que decir cayó desmayado. El padre de Eugenia enloqueció y  murió al tiempo de lo sucedido, nadie se explica lo sucedido pero dicen que fue el espíritu de José quien se le presentó reclamando su muerte y finalmente se lo llevó.
      Con el correr de los años, los habitantes de Michelena comenzaron a ver un terrorífico espanto que bajaba desde el cementerio con una túnica negra, ojos brillantes y  largas cadenas que pendían de sus brazos y se arrastraban por las calles empedradas.
        La figura encadenada sigue apareciendo por las calles principales del pueblo, desde el campo santo hasta el barrio Santa Rita, los días cercanos al aniversario de la muerte de este joven, llamado José.

No hay comentarios:

Publicar un comentario