jueves, 2 de junio de 2011

Un corte especial

       Esta vez estaba yo con mi primita de 9 años, quien decidió que jugaríamos a la peluquería y que el tiempo apremiaba así que quería comenzar cuanto antes.
      Se dispuso a comenzar a peinarme y a hacerme moñitos y trencitas  y en mi opinión le estaban quedando muy originales.
      Continuamos en el improvisado “salón de belleza”, cuando me sentí tan cómoda que simplemente decidí quedarme dormida, y asi fue al cabo de unos minutos caí rendida. La pequeña ayudó colocando un tiro de tela en mi cabeza para que yo me “relajara”.
     Me encontraba yo soñando en una nube cuando me de repente me despertó el retumbar de un -¡oh oh!…
      Rápidamente me desperté y dije -¿qué pasó mi niña?; y me contestó: primita no me vayas a matar por favor.
      Me  comenzé  a reir un poco nerviosa y enseguida me vi al espejo. Un mechón del centro de mi cabeza estaba cortado casi al rape, sin embargo, no me enfadé de inmediato y pensé que si en realidad  fuese “alfalfa” no me quedaría mal.
     Aunque luego no comprendía porque lo había hecho, la chiquilla me dijo: -Es que me imaginé que podía buscar una tijera y arreglar tus rulos que a mi tanto me gustan, y como estabas dormida no quise levantarte.

            “Los niños definitivamente son un regalo Dios, y sus travesuras hay que disfrutárselas al máximo, porque nunca dañarán a nadie"

Ysabel Chópite

           


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