miércoles, 8 de junio de 2011

Amor sin edades

     Hace algunos años, cuando tenia 16 mas o menos, conocí a una mujer, una mujer mucho mayor que yo, muchos años mayor que yo. Y, si, suena increíble, de hecho fui tan criticado, incluso tu que estas leyendo esto me critiques; aun así, quiero compartir mi historia.

     Ella era 35 o más años mayor que yo, trabajaba con mi abuelo, ahí la conocí. Al principio me pareció una mujer muy tierna y consentidora. Me gustaba mucho estar con ella, me mimaba y me contaba cosas de su vida. En verdad había sufrido mucho, su pasado la había tratado mal, ella era muy humilde, y sus hijos -a pesar de que trabajaban en el extranjero- jamás la ayudaban económicamente, y su esposo (si, era casada) era un imbécil alcohólico que la maltrataba y la golpeaba. Ella me contaba todo, así, conforme fue pasando el tiempo, empezamos a hacernos los mejores amigos.
    Me acostumbré a ella, y siempre la respete, y ella a mi, pero conforme pasaban los meses me empecé a dar cuenta que lo que parecía amistad se transformaba en algo más. Me fijé entonces que estaba enamorado de ella. Aún así, jamás se lo dije, por miedo o respeto, no lo sé.

     Así seguimos durante un tiempo, pero después ella dejo de trabajar con mi abuelo y fue cundo sentí realmente su ausencia, así que la buscaba por las calles del pueblo y el día que la encontré no me contuve más y se lo dije: “Doña Lupe, quiero decirle algo que ya no puedo callar, estoy enamorado de usted, se que suena ridículo, y espero no ofenderla con mis palabras, pero, este sentimiento ya no lo puedo contener, me gustaría que nos volviéramos a ver como antes”.
    "Eres un niño para mí y además soy casada"era lo que siempre decía Doña Lupea partir de mi confesión, sin embargo, finalmente un día aceptó y la primera cita, fue a escondidas, por la oscuridad de la noche, aún recuerdo mis nervios y ansiedad y miedo al esperarla en aquella calle. Por fin llegó, un poco retrasada pero, ahí estaba; la mire a sus hermosos ojos, y ella me abrazó, toque sus labios con los míos y mi corazón latió más fuerte que nunca. Era el tesoro más preciado que tenía.
                                                                           CONTINUARÁ...


Francisco Millán 

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