lunes, 4 de julio de 2011

Estrellas caidas

     Teresita era una niña que le encantaba salir en las noches a jugar al patio de su casa después de hacer las tareas. El patio era muy amplio como para retozar bastante, tenía su grama, columpio, y algunas cuerdas colgadas de un árbol grande y frondoso.
     Después de jugar terminaba acalorada y se tiraba sobre la grama a descansar y mirar las estrellas. Así pasaba un largo rato contando las estrellas y pensando que algún día vería caer alguna estrella fugaz, ya que había leído acerca de las estrellas que caen del cielo. 
    Pasó el tiempo y una noche como todas el cielo estaba bastante despejado, tirada sobre la grama pensaba para sí: “Ojala pudiera ver una estrella fugaz hoy”... a los pocos minutos su pensamiento se cumplió, casi lloró de alegría cuando vio por primera vez caer una estrella fugaz. A ella le pareció una eternidad, y después de este acontecimiento se metió a su casa gritando: ¡Mami, Papi! ¡Vi caer una estrella fugaz!. 
    Que bueno, le contestó su mami. ¡Al fin! Gritó desde la sala su papá. Ella siempre le confesaba a sus padres que quería ver una estrella fugaz caer del cielo. Esa noche se hizo realidad ese sueño. Muchos días pasaron para que volviera a caer otra estrella, pero Teresita no se desesperaba, esperaba pacientemente cada vez que se tumbaba sobre el césped para ver si volvía a ocurrir tal fenómeno. 
    A veces cuando llovía o el cielo estaba nublado se entristecía, ya que no podía disfrutar su hobby favorito.

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