El señor Miguel se levanta cada mañana y carga hacía el parque más cercano de su localidad unas cuentas rocas que le sirven como pesas para seguir manteniendo su musculatura que fue tan bien lograda en el gimnasio.
El alto costo de vida en Venezuela ha obligado a más de uno a recortar gastos prescindibles y en ese orden de ideas- o de billetes- el gimnasio es uno de los primeros renglones en ser borrados de la lista. Sin embargo, la salud no es un "optional" para miles de venezolanos que le plantan batalla a la inflación usando el ingenio y la creatividad.
De esta forma, han surgido espontaneamente gimnasios públicos, al aire libre, donde los amantes del fitness trabajan sus biceps con partes automotrices y engrosan sus gemelos con rocas como lo hace el señor Miguel.
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